13 Jun Amigos y enemigos (P. Sanchis)
Una de las ramas de la astrología es las sinastrías. Se entiende por sinastría la comparación del tema de una persona con otra. En general, cuando un astrólogo hace una sinastría entre dos sujetos, suele buscar si son compatibles o no, pero es un error de planteamiento: uno no busca a otro por compatibilidad, para ser feliz, sino para realizarse a sí mismo, con sus luces y sus sombras.
Cada uno de nosotros tiene en su tema unas tendencias a vivir la vida de cierta manera. La existencia es como un test de Rorschach: ves en las manchas lo que está previamente en tu cabeza. La posición de los planetas en tu carta astral determina cómo vas a sentir los hechos, qué interpretación del mundo harás y eso te llevará a reaccionar de una forma u otra. Por eso la Luna (el alma sensitiva) es el factor más importante en las sinastrías. Y no estoy hablando de la Luna con el Sol del otro, sino de si las lunas de ambos se parecen, si sus almas sensitivas son del mismo tipo.
En general, procuramos buscar a personas que son parecidas a nosotros o que son como un negativo de nuestra personalidad: donde parece haber blanco en el negativo, saldrá el negro en la foto y viceversa. Por eso si vemos parejas que parecen muy desiguales, es sólo una falsa apariencia: si uno es verdugo, por ejemplo (el blanco), es porque el otro es víctima (el negro). Si uno es derrochador, tal vez busque a un ahorrador para completarse, etc.
Es importante entender pues que sólo nos relacionamos con personas que nos reflejan en positivo o en negativo, pero que nunca podríamos relacionarnos con alguien cuya energía no estuviera en nuestra propia carta. Decía Montaigne hablando de su más querido amigo: «Si on me presse de dire pourquoi je l’aimais, je sens que cela ne peut s’exprimer qu’en répondant : «Parce que c’était lui, parce que c’était moi.» Es decir: lo amaba porque él era él y porque yo era yo. No hay mejor definición. Uno no ama a otro porque sea más alto o más guapo, sino porque sí. Y no odia a otro por ser más bajito o más flaco, sino también porque sí. La mente le proporcionará 40.000 excusas o explicaciones, pero ni una es verdadera. El amor o el odio no surgen de los hechos, sino que reflejan dos esencias compatibles o incompatibles.
También hay que matizar que una carta no es una foto fija, sino que va evolucionando con los años y por eso el sujeto pasa por fases diferentes. Puede haber épocas de su vida en las que contacte con gente que no refleja su personalidad de fondo, sino solamente su estado transitorio (un mal tránsito, una mala progresión, etc.). Ese tipo de personas desaparecerán de su existencia en cuanto deje atrás dicho estado transitorio.
Y otra matización que cabe hacer es que en todo tema hay varias posibilidades, así que no estamos condenados a repetir siempre los mismos errores, sino que la carta astral nos ofrece diversas opciones que se realizarán con el tiempo si sabemos aprovecharlas.
La conclusión más importante de este tema es que cuando hablamos con alguien que nos cuenta sus desavenencias con una pareja, un amigo o un conocido y empieza con la letanía de los «Mira lo que me ha hecho…», uno tiene que ser consciente de que la verdadera fuente de esa discrepancia es la energía intrínseca de cada uno. Poco importan los hechos, pues si el conflicto no hubiera surgido por ese motivo habría saltado en cualquier otro momento y por otra razón. Pero habría surgido sí o sí. No te «ha hecho» aquello, sino que vuestras energías estaban condenadas a enfrentaros «en aquello» porque sois lo que sois, porque el otro es él y porque tú eres tú. Es tan absurdo centrarse en esos hechos (que no significan nada por sí mismos) como atribuirles la causa de la desavenencia. O, peor aún, pretender que el otro vea dicha «mancha de Rorschach» con los mismos ojos que nosotros. Él tiene su propia película en la cabeza y es tan cierta, o falsa, como la nuestra. Mira la imagen de al lado: uno puede ver en ella un lobo o dos ángeles entrelazados.
Por lo tanto, si vemos que nuestra energía no encaja con alguien o que la relación suscita demasiado dolor, lo mejor que podemos hacer es cortar las amarras y, sobre todo, preguntarnos qué había en nuestra personalidad que nos pudiera llevar a vivir esos hechos con esa persona. Porque nada viene de fuera, sino que todo estaba primero dentro. El único interés de todo ello es aprender a manejar la energía destructiva que nos impulsó a elegir a las personas adecuadas para hacernos un cortocircuito. El otro sólo fue el instrumento de esa experiencia. Cuando la relación ya ha cumplido su cometido, hay que dejarla atrás. Aquellos que no quisiéramos tener por amigos, no los tengamos tampoco como enemigos, pues entonces seguiríamos prisioneros de los lazos del corazón y el otro seguiría siendo nuestro espejo. Te atan mucho más las personas que odias que las personas que amas.
Si quieres leer más sobre el tema: bedaweb, las sinastrías peligrosas
Maitechu
Posted at 19:30h, 25 junioMuy interesante.. gracias 👼🦋💜