30 Mar Astrología en familia (P. Sanchis)
Hoy en día el tema de la herencia genealógica como fuente de equilibrio o de perturbaciones está muy de moda. Mucha gente hace constelaciones familiares y es algo que recomendaría encarecidamente. Todos nos hemos reído a veces de la manía de los psicólogos de atribuir casi todos los problemas a la familia, a papá y mamá, pero lo cierto es que es así. Es verdad. La familia es el entorno en el que la mayor parte de la gente sufre sus traumas más graves. Y encima viene ahora la psicogenealogía y nos complica el tema, diciéndonos que, como si no tuviéramos bastante con nuestros progenitores, heredamos encima los traumas de abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc. Da igual que no los hayamos conocido siquiera. Los españoles tienen el dicho de «Éramos pocos y parió la abuela», pues nunca ha habido un refrán tan acertado 🙂
Al calor de esta nueva orientación de la psicología ha nacido otra rama de la astrología: la astrogenealogía. No la he estudiado y lo que he oído o leído no me ha convencido, porque discrepaba del enfoque que se le daba, y porque me pareció que no se utilizaba correctamente los significadores astrológicos, cosa muy frecuente en astrología psicológica. Un astrólogo que no esté fogueado con la astrología horaria a menudo confunde las determinaciones de los planetas y las casas, o tiene ideas demasiado vagas sobre esos temas. Pero eso no significa que discrepe de esa nueva rama de la astrología. Solo pienso que sería conveniente que la abordara más gente y con un debate teórico profundo, para ajustar criterios. Porque es algo que no tocan los textos antiguos, así que hay mucho por hacer.
Ahora bien, por lo poco que he mirado de forma diletante y superficial (muy superficial), creo que, como casi siempre, hay dos factores fundamentales en ese tema: la repetición de los signos solares y ascendente, pero, sobre todo, la gran protagonista de la astrología, el punto neurálgico de toda carta: LA LUNA. Olvidaros de Liz Greene y del Viaje del Héroe. Es ella, la Luna, y siempre ha sido ella. Ella es reina y señora.
Voy a poner como ilustración las cartas de 4 generaciones de una misma familia:
En la primera generación, encontramos una Luna domiciliada, pero aspectada por Marte y Urano. Puesto que Marte y Urano están en I y la Luna rige la V, existe el riesgo evidente de que la disposición de carácter de esa primera generación (I) condicione más a la descendencia (V).
En la segunda generación se repite el aspecto Luna-Marte. Esta vez la Luna tiene un toque jupiterino (por estar en Sagitario) y se proyecta también el aspecto sobre la descendencia (Marte en V). Marte rige la IV, así que el origen es familiar. Esta vez no aparece Urano.
En la tercera generación se repite el aspecto Luna-Marte con un toque de Júpiter heredado de la generación anterior.
En la cuarta generación la Luna vuelve a estar dignificada por signo. Repite el aspecto de Marte y el toque de Júpiter (cuadratura), pero recupera a Urano que vimos en la primera generación. Son personas que no se han conocido, pues la primera generación ya murió. Es poco probable que esta última generación sepa nunca nada de quién fue y cómo vivió la primera generación. Sin embargo, su luna se parece más a la de la primera generación que las de la segunda y tercera.
Bueno, este artículo es solo un apunte para defender, una vez más, el papel de la Luna 🙂 La Luna es el punto neurálgico de una carta astral, de las sinastrías y creo que debería de serlo también si uno quiere estudiar la herencia familiar, esa herencia que no está en el banco ni se mide en propiedades, sino en alegrías o sufrimientos. Es como un círculo vicioso: si tu Luna es jupiterina, te juntarás o casarás con personas de Luna jupiterina y tus hijos tendrán lunas jupiterinas. Si la tienes marcial, lo mismo, etc.
¿Hay solución a esto si una persona detecta una herencia astrológica muy dura? Sí la hay, pero no en la astrología. Para eso hay terapias hoy en día, como las constelaciones y otras, para sanar esas herencias. ¿Hasta qué punto se puede mejorar? Mucho, muchísimo. Un aspecto astrológico tiene un efecto externo (acontecimientos) e interno (sentimientos). Dostoievski decía que no hay dolor en la piedra, pero sí hay dolor en el miedo a la piedra. Si una persona resuelve la parte interna del aspecto, los sucesos externos seguirán existiendo, pero serán menos graves y no se vivirán de la misma forma. Duele más el dolor mental que el dolor físico, como decían los romanos: «Dolor animi gravior est quam corporis»
Recomendaría pues a cada uno que estudiara en qué se parece su Luna con la de su familia, que mirara cómo es la de su pareja (y entonces comprenderá por qué eligió esa pareja y no otra, habiendo tantos millones de seres humanos por el mundo), y cómo es la Luna de sus hijos, yernos, nueras. Quizás entonces comprenda mejor aquello de «No eres tú, soy yo».
Canals, a 30 de marzo de 2021
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Jose luis carrion bolumar
Posted at 19:13h, 30 marzoQuerida Pepa, día a día te perfecionas. Al final de un ciclo largo, todo dogmatismo es intrínsecamente perverso, y algunos de los de la pureza astrologica, acompañados de los llamados innovadores astrologicos son como diría Demetrio «Meros horoscoperos» cada día escribes mejor y más acertada. jose luis carrion
Graciela González
Posted at 03:42h, 31 marzoQué hermosa nota.
Coincido.
La Luna es necesidades y miedos a trascender.
Un saludo cordial desde Buenos Aires,
Grace.
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Manel
Posted at 23:10h, 31 marzoLa luna es la brújula de toda la astrología
Muchas gracias Pepa por tus aportaciones.