Hemos elegido el nombre de Prima Luce (que significa «al amanecer» en latín), porque nuestro objetivo es recuperar la astrología clásica.
Nuestra disciplina nació de un modelo filosófico del mundo que considera el universo como un ser vivo formado de luz, con unidad bajo la aparente multiplicidad: cada cosa se puede conocer por las demás, porque todo es uno. El fenómeno astrológico no se puede entender desligado de ese modelo, Hacemos nuestras las palabras de Plotino:
Todo está lleno de signos y el sabio conoce una cosa por los indicios que recibe de otra. Para todos está claro el conocimiento de lo que es habitual; así se comprende que, en el vuelo de los pájaros o en otros animales encontremos un fundamento para nuestras predicciones. Porque conviene que todas las cosas dependan unas de otras, y, como se ha dicho, hay un acuerdo total, no sólo en el individuo tomado particularmente, sino con mucha más razón y primordialmente el universo, hasta el punto de que la unidad de principio hace unas las diversas partes del ser animado y produce la unidad de una pluralidad. Pues así como en cada ser particular sus partes tienen una acción privativa, así también en el todo del universo cada ser tiene su función propia y con mucho mayor motivo en este caso porque no se trata sólo de partes sino de todos de gran dimensión.”
Artículos de astrología clásica y astronomía. Comparte con nosotros el conocimiento que hemos ido rescatando de autores como Ptolomeo, Abu Mashar, Masha’allah, Junctino, Morín etc.
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Marco Manilio, Astronomicon
“El movimiento sostiene el universo, pero no lo cambia”
Plotino, Enéadas
Todo está lleno de signos y el sabio conoce una cosa por los indicios que recibe de otra. `{`...`}` Porque todas las cosas dependen unas de otras y `{`...`}` hay un acuerdo total, no sólo en el mismo individuo, sino con mucha más razón y primordialmente en el universo.
Jámblico, Misterios de Egipto
El mundo en su conjunto -que es divisible- se reparte en relación a la luz única e indivisible de los dioses. Esta luz es única e idéntica por todas partes por completo y está presente en todos los seres que son capaces de participar de ella.
Morin de Villefranche, Libro XXI
Pero tampoco puede decirse que los hermanos o el cónyuge del nativo estén predestinados a morir antes que el nativo únicamente por la carta de éste, pues, al menos en el caso de muerte natural, dependen más de su propio destino que es causa per se e inmediata, que de uno ajeno y más remoto. Y del mismo modo que el nativo que tenga indicaciones en su carta de que va a ser muerto por su cónyuge, sirvientes o hermanos, no sufre esto únicamente por la propia carta de su cónyuge, sirvientes o hermanos, sino que también le viene de una posibilidad que hay en la suya, porque en su carta se augura tal accidente. Así pues, hay que decir que esos efectos son producidos por su propia causa común a una y otra persona. Y esto, obviamente, no es una figura peculiar o constitución celeste distinta de las otras, sino una concordancia recíproca de esas cartas para un determinado efecto, concordancia por la cual esa posibilidad que les era común se convierte en acto concreto. Así pues los hijos del padre citado antes perecieron de muerte violenta, no sólo porque eso estaba indicado en la carta del padre, sino que había también en cada una de las cartas de los hijos una propensión a una muerte violenta, y ese significado quedaba confirmado por la concordancia de una y otra parte. Y por eso, en un ejemplo similar, un nativo sobrevivirá a su esposa no sólo porque esto esté indicado en la carta del nativo, sino también en la de su esposa, o, al menos, la comparación de una y otra carta deja clara que ella va a morir antes que su marido. Y el mismo razonamiento es aplicable a los otros accidentes entre diversas personas.
Pero es admirable la divina providencia que, de una forma incomprensiblemente misteriosa para nosotros, pone en contacto de este modo los nacidos que están en sintonía para que se produzcan unos efectos comunes, o permite que ellos entablen ese contacto, de tal modo que al nativo al que le toca ser despedazado por sus enemigos no le falte su asesino, como ya hemos dicho en otro sitio, ni al que va a tener un matrimonio desgraciado una esposa capaz de darle tal infortunio. Y el mismo razonamiento sirve para los demás.
Morín de Villefranche, libro XXI