21 Mar Ideologías y ciclos, ejemplo, el carlismo (P. Sanchis)
Los planetas que rigen las ideologías son Júpiter y Saturno. Las conjunciones entre ambos planetas tienen:
-Un ciclo máximo de 960 años (regreso a la triplicidad de Fuego).
-Un ciclo medio de 240 años (los cambios de triplicidad). Los cambios de triplicidad, cada 240 años en teoría, son muy importantes para los movimientos ideológicos.
-El ciclo menor de 20 años (cambio de signo).
Evidentemente, las cifras que acabamos de dar son simbólicas, no astronómicas. Están basadas en el movimiento medio de ambos planetas. A nivel astronómico, es posible que empiece un ciclo, que haya una recaída en el anterior, y que el ciclo vuelva a reiniciarse después de forma más o menos ininterrumpida.
Miremos, por ejemplo, el último ciclo. En marrón indico las conjunciones en Tierra, en Rojo en Fuego y en azul en Aire :
-1802: Conjunción de Júpiter-Saturno en Virgo
-1821: Conjunción de Júpiter-Saturno en Aries
-1842: Conjunción de Júpiter-Saturno en Capricornio
-1861: Conjunción de Júpiter-Saturno en Virgo
-1881: Conjunción de Júpiter-Saturno en Tauro
-1901: Conjunción de Júpiter-Saturno en Capricornio
-1921: Conjunción de Júpiter-Saturno en Virgo
-1940: Conjunción de Júpiter-Saturno en Tauro
-1961: Conjunción de Júpiter-Saturno en Capricornio
-1981: Conjunción de Júpiter-Saturno en Libra
-2000: Conjunción de Júpiter-Saturno en Tauro
-2020: Conjunción de Júpiter-Saturno en Acuario y seguirán las conjunciones en Aire hasta 2159.
Por ejemplo, en nuestros tiempos, hemos empezado un ciclo de Aire en 1981 (globalización), pero con una recaída en Tierra entre 2000 y 2020. Luego el ciclo pasará de nuevo a Aire hasta el 2159 más o menos.
Cuando hay una recaída, las energías de la triplicidad anterior recobran fuerza con mucha intensidad, pero llevan inevitablemente a una crisis. Si uno hace memoria, verá que el ciclo 1981-2000 fue el de la caída del bloque del este y la mundialización, pero que el neoliberalismo volvió con fuerza en 2000 (Bush y sus neocons) y nos ha llevado a la crisis que todos sabemos. Porque es una fórmula agotada, aunque virulenta. Cuando una fórmula se acaba es cuando más violenta se pone. Cuando digo «se acaba» no significa que esa ideología desaparezca, sino que deja de ser la imperante.
Esto mismo que acabamos de ver con un ejemplo reciente se puede aplicar al ciclo que nos interesa, que es el ciclo de Tierra que estamos rematando ahora mismo. Empezó en 1802 y terminó en 1981. Bueno, pues, en ese ciclo de Tierra iniciado en 1802 hubo una recaída de Fuego entre 1821 y 1842. Y en ese periodo nació el carlismo.
¿Qué fue el carlismo?
El siglo XIX y el siglo XX han sido los dos siglos en los que se han consolidado los estados-nación a partir de las ideas del racionalismo, con una maquinaria administrativa cada vez más poderosa. Cito: «El racionalismo creó la idea del «ciudadano«, el individuo que reconoce al Estado como su ámbito legal. Creó un sistema de derecho uniforme en todo el territorio y la idea de «igualdad legal«. Esa tendencia al estado-nación produce una fuerte unificación por necesidades administrativas.
Esos siglos eran un ciclo de Tierra y la Tierra es, como sabemos, un elemento práctico. El desarrollo económico es la prioridad y los ideales pasan a ser los de la burguesía, la clase acomodada productiva. Para que haya desarrollo económico tiene que haber una unificación legal, pues es muy incómodo tener que cambiar de leyes cada 200 kilómetros o menos. Y no digamos de moneda.
Los periodos de Tierra han sido también muy democratizadores a lo largo de la historia (la democracia ateniense nació con un ciclo de Tierra cuando Clístenes sentó sus bases), y tienden a unificar a los ciudadanos, porque impera un mentalidad práctica, la meritocracia. Se trata de dar el poder a los elementos más productivos. Uno vale por lo que es por sí mismo, no por sus orígenes.
Ahora bien, no nos confundamos, otra de las características de Tierra es que unifica, pero no homogeneiza. La Tierra es un elemento frío y el frío no sabe homogeneizar. Es como si pusieras ingredientes en una olla: si colocas dicha olla al fuego (calor), los ingredientes se mezclarán, pero si la colocas en un congelador, esos ingredientes estarán unidos por el frío (congelados dentro del caldo), pero sin fundirse. Esto es lo que pasa hoy en día en la UE, una asociación nacida en este ciclo de Tierra: unificación, pero sin fusión, con tendencias fraccionarias.
Por otro lado, la Tierra tampoco es un un elemento místico: la religión tiene poca importancia en esos ciclos, pues el único Dios es Don Dinero. En cambio son ciclos excelentes para las ciencias físicas y para el estudio de la historia.
Todo esto entró en conflicto a principios del siglo XIX con los ideales de Fuego (el periodo anterior), un elemento mucho más intenso en su sentimiento religioso (por pasión) y también más proclive al liderazgo y al caudillismo, a la monarquía absoluta.
Si miramos los periodos de arriba, podremos comprobar cómo el ciclo de Tierra empezó en 1802, pero hubo una recaída de Fuego entre 1821 y 1842. ¿Qué pasó? Pasó que durante ese periodo de Fuego se trató de volver a valores antiguos, la monarquía absoluta.
En Francia se había restaurado la monarquía y hubo un periodo especialmente absolutista entre 1820 y 1830.
En España también se había iniciado el desarrollo de la maquinaria estatal, pero hubo una disputa dinástica en 1830: el rey tenía una hija, pero los sectores más tradicionalistas no aceptaban esa violación de la ley sálica, y optaron por el hermano del rey, que era varón y no hembra. Esa disputa dinástica acabó asociándose a dos modelos de sociedad: el modelo de Tierra (un estado unificador y democratizador) y un ideal que no encajaba con esa mentalidad unificadora y trataba de defenderse de ella, ensalzando todo lo que supusiera una diferencia (el carlismo).
Para sustentarse, ese movimiento político se apoyó en el tradicionalismo:
-No aceptaban la nueva organización política del país en provincias, con unas mismas leyes para todos, sino que reclamaban los fueros regionales (legislaciones distintas para cada región).
-Eran ultracatólicos y rechazaban el secularismo, la libertad de culto y el matrimonio civil. Ese ultra-catolicismo tenía un cimiento regional anterior: la hidalguía universal otorgada a las regiones vascas (es decir: uno era hidalgo sólo por nacer allí, con todos los privilegios que eso comportaba) cimentada en la pureza de sangre (los fueros vascos prohibían a los conversos instalarse a vivir en su región. Para residir allí uno tenía que demostrar que era cristiano viejo). Artículo. Eso fue el cimiento de la idea de «razas especiales y superiores» que el carlismo vino a reforzar con su defensa enconada de los fueros. De hecho, incluso en la época moderna, el Atlético de Bilbao es el único equipo de fútbol que ha aplicado el ius soli, prohibiendo jugar en él a los que no eran de su región.
-Defendían la organización medieval del territorio.
-Triunfaron especialmente en el País Vasco y Navarra, pero también tuvieron fuerte arraigo en Cataluña. Es importante ese arraigo regional, porque es en esas zonas donde esa ideología fructificará en los nacionalismos actuales. Ejemplo.
El nacimiento astrológico de esa ideología
Miremos el tema de la conjunción de Júpiter-Saturno que vio nacer esa ideología. Ojo que cuando uno mira el tema de una conjunción de Júpiter-Saturno es importante el elemento en el que se produce (dentro de qué ciclo general de 240 años), pero también es muy importante buscar cuáles son las otras configuraciones entre los planetas lentos, porque Júpiter-Saturno actúan como «fijador» de ese clima general marcado por los otros lentos.
También es importante entender otra cosa: lo característico de una ideología no es las ideas que defiende, sino los patrones mentales que representa. Las ideas cambian a lo largo de los siglos, pero los patrones siempre son los mismos. Supongamos un integrista religioso del siglo II d.C y un integrista religioso de otra religión distinta del siglo XX: no defenderán la misma religión, pero ambos tendrán un patrón mental similar, el de que la religión debe marcar las pautas de la conducta personal en toda la sociedad. Uno te dirá que es obligatorio hacer sacrificios a Júpiter y el otro que las mujeres están todas obligadas a llevar velo, o que las monjas deben ser vírgenes. Son afirmaciones distintas, pero que responden a un mismo impulso.
Si miramos la lunación que precedió a la conjunción de Júpiter-Saturno, es extremadamente significativa:
-El ascendente está en Cáncer (tradicionalismo tribal).
-La conjunción está en X (se cuestiona el poder y el derecho de la reina a gobernar).
–Plutón en X cuadrado con Urano-Neptuno en VI. Ese es el ciclo que va a marcar realmente dicha ideología: los aspectos de Plutón-Urano tienden a propiciar las ideas fascistas, la extrema derecha. Ambos planetas son muy intolerantes, Plutón por su visceralidad y Urano por su inconformismo. Puesto que Plutón es el cerebro reptil, lo más profundo de la psique humana (entre ello, el tribalismo), y Urano no acepta imposiciones de ningún tipo y siempre quiere ser diferente, ambas cosas se combinaron: la ideología basada en los instintos más básicos (Plutón) que lleva a desear diferenciarse (Urano). El toque de Neptuno añade la tendencia a idealizar y vivir en una realidad paralela, en una utopía mental.
Pero el ciclo dominante era el de Tierra, así que, a pesar de tres guerras carlistas (tres guerras civiles), el carlismo no consiguió frenar el desarrollo del estado democrático y unificador. Sin embargo, logró mantener un ideal ultra-católico, defensor de las «prístinas virtudes» que se apoyó en los regionalismos, enemigos de la «Babel pecadora» en la que se iban convirtiendo las ciudades. Por eso el carlismo fue el primero en fomentar las publicaciones en lenguas vernáculas, dirigidas a campesinos que no entendían el castellano, la lengua de ese estado que el carlismo veía como demasiado moderno y cosmopolita, demasiado ajeno a las «virtudes auténticas». No se imaginaban que esa forma de ensalzar los regionalismos como medio para buscar el «frasco de las esencias patrias» pasaría de ser un instrumento a ser un fin. Lo que ellos concebían como la auténtica españolidad (las diferencias regionales con una organización medieval) acabó destrozando dicha españolidad.
La realización de esa ideología
Esa ideología se mantuvo viva en su esencia más profunda (el tradicionalismo con una base regional) y, ¿cuándo se impuso?, cuando el ciclo de Tierra le dio un respiro. Llega el año 1981, Franco ya ha muerto, y se trata de crear un nuevo modelo de estado. ¡Y el ciclo de Júpiter-Saturno sale de Tierra! Es entonces cuando se implanta el ideal carlista de volver a una estructura legal anterior al estado unificador, una estructura basada en las «esencias» de cada sitio y con una organización política con sabor arcaico, el estado de las autonomías. Es en ese momento cuando se consigue el inefable progreso de no poder hacer más de 300 km. en línea recta sin tener que ajustarse a leyes diferentes, o que para hacer un libro de Latín tengas que combinar 17 curricula distintos, porque cada comunidad autónoma tiene que resplandecer y ser la prima dona en ese materia. Y si los romanos no llegaron hasta allí, no pasa nada, se inventan que ellos eran el jardín de las Hespérides (como se enteren los madrileños querrán ser la Tierra Media de Tolkien):
Miremos la conjunción de Júpiter-Saturno de 1981 en Libra (primera carta) y la lunación que la siguió (segunda carta), que es más interesante que la que precedió a la conjunción porque los tres planetas superiores están en contacto en esa lunación y es un eclipse:
Queda muy potenciada la casa IV (territorio nacional) dañada por Marte en Cáncer (nacionalismos) en la XII (daños).
Llamaría también la atención sobre el hecho de que la conjunción se produce en el signo contrario (Libra) a la que dio origen al carlismo (Aries), y que Plutón está en IV (territorio) exactamente opuesto a la conjunción de 1821. Los atavismos territoriales viscerales.
Cito a Sergio del Molino (La España vacía) que explica el fenómeno de cómo el carlismo resurgió en ese nuevo modelo de estado:
«El carlismo no logró triunfar, […]. Y aunque no logró imponerse, su persistencia como cultura política dominante en amplias regiones de España ha dejado una huella honda y perceptible. Buena parte de la retórica de los nacionalismos catalán y vasco es heredada directamente del carlismo, lo cual no es extraño porque el foralismo y la vindicación de una España anterior al siglo XVIII incluía la recuperación de lenguas vernáculas e identidades periféricas.
Cuando los nacionalistas vascos y catalanes empezaron a construir sus edificios ideológicos a finales del siglo XIX, se encontraron con que los carlistas ya les habían hecho el trabajo. En las zonas de influencia carlista, se cultivaban el catalán y el vasco. Parte de la prensa carlista estaba escrita en esos idiomas porque iba dirigida a campesinos que apenas dominaban el castellano. Pero no sólo eso. Los carlistas recuperaron instituciones medievales que querían contraponer a la administración moderna y liberal. Frente a las provincias, reinos. Frente a los gobernadores, juntas, generalidades y lehendakaris. Frente a la constitución, fueros. [..]
Mientras los señoritos de las ciudades, como los de Blasco Ibañez, censuraban el habla de los pueblos, el carlismo la exaltó. Publicaron periódicos en las viejas lenguas ibéricas, pilares de la tradición […] Sin el carlismo, es muy difícil que ni el euskera como el catalán hubieran sobrevivido al avance del estado español moderno, con su industrialización y su crecimiento urbano […]
Desde 1876 se transformó en una cultura política que aspiraba a influir no sólo en el juego parlamentario, sino en moldear aquella parte de la sociedad española que seguía dominando […] El carlismo pacífico y fuerte fue un refugio y una abrazadera para unos campesinos que veían cómo su cultura se fundía en los altos hornos o desaparecía en los telares de vapor de una Babel procaz e insaciable. Los círculos tradicionalista, su prensa sus instituciones y su influencia en muchas esferas de la opinión pública permitieron a mucha gente seguir aferrada a su lengua …
[…] Al nacionalismo nunca le han gustado las grandes ciudades, eso es sabido. Su complejidad es incompatible con cualquier proyecto de homogeneización comunitaria […]
Cuando se instituyeron las comunidades autónomas a finales de la década de 1970 hubo discusiones agrias sobre la capitalidad de algunas. Los nacionalistas locales consideraban que la ciudad más grande, la que tradicionalmente había sido la capital, no representaba la esencia de la región. Su crecimiento urbano la había desarraigado, tenía demasiada mezcla y poco sabor vernáculo […] En general, esas comunidades escogieron ciudades secundarias con valor histórico. Villas muy tradicionales y eclesiásticas que, a los ojos de los nacionalistas, representaban las purezas de la nación.
Así fue como Santiago de Compostela se hizo capital de Galicia a pesar de que A Coruña es la capital económica y cultural. O como Mérida, de pasado romano (es decir, inmortal, telúrico, esencial) se impuso a Cáceres y a Badajoz. O como Vitoria venció a Bilbao, la gran urbe industrial del norte de la Península.
En otros lugares, como en Andalucía o en Aragón, hubo discusiones porque los nacionalistas le negaban a Sevilla o a Zaragoza el derecho a ser capitales. En Aragón se publicó por aquellos años un panfleto de título significativo, «Zaragoza contra Aragón», y se promovió la especie de que la capital de la nueva comunidad debería ser Jaca y no la voluble y corrupta Zaragoza, porque la ciudad pirenaica, primera corte del viejo reino de Aragón, conservaba mucho mejor las esencias de lo aragonés.
Al final, la España Vacía es eso, un frasco de las esencias. Aunque esté casi vacío, conserva perfumes porque se ha cerrado muy bien.»
«[…]Cuando se diseñó el estado autonómico en 1982, los resabios carlistas aparecieron por todas partes […] En Aragón y en las dos Castillas los parlamentos se llaman cortes . […] Los gobiernos de las dos Castillas, Andalucía, Extremadura, Asturias y Galicia se llaman juntas, que es el nombre de una antigua institución ejecutiva de la corona de Castilla. En Cataluña y Valencia, el gobierno se llama Generalitat, que es la institución equivalente en los reinos de Aragón (en Aragón se llama Diputación del General […]). Resucitaron también otras figuras medievales como el justicia o el sindic de greuges […]. En Castilla y León se llama «procurador del común», otro nombre medieval. El gusto medievalizante pretende sobre todo anclar las autonomías en una historia anterior a la existencia del estado español, para resaltar su identidad y buscar la legitimidad en el pasado. Tal y como hacía el tradicionalismo […] Ni Francia, ni Italia, ni Portugal ni casi ningún país de Europa occidental ha sentido la necesidad de buscar en cronicones manuscritos ni en códices de monasterios los nombres de sus organismos de gobierno. En ningún lugar de Europa la melancolía por el ancien régime ha sido tan vigorosa y persistente como en España.»
La combinación con el ciclo Urano-Plutón y Neptuno
Si volvemos a la conjunción de Júpiter-Saturno que dio origen al carlismo, recordaremos que había una fuerte angularidad de la cuadratura Urano-Plutón, que hemos explicado arriba como sentimientos viscerales (Plutón) y tribales (Plutón) que impulsan a buscar la diferenciación a cualquier precio (Urano). A ello se sumaba Neptuno (sentimientos colectivos, sentimiento de victimización, utopía alejada de la realidad y construcción de una realidad paralela):
Esa ideología nacida con tal configuración (el tradicionalismo que busca su diferenciación en las raíces tribales) hizo crisis en la primera parte del siglo XXI, con la cuadratura de Urano-Plutón. Miremos el tema del primer referéndum de independencia de Cataluña en 2014: Conjunción Marte-Plutón en cuadratura a Urano. Urano y Plutón de nuevo.
Y el tema de dos de los líderes que han encabezado esa ideología, Puigdemont: conjunción Urano-Plutón en el ascendente y con Neptuno implicado (sextil).
Y Oriol Junqueras: Conjunción Urano-Plutón con sextil de Neptuno y cuadrada al ascendente.
Pero no son los únicos, pues el segundo referéndum de independencia coincidió con el Bréxit, liderado por Nigel Farage. Abajo el tema de Farage, muy parecido al de Puigdemont: conjunción Urano-Plutón sobre el ascendente y con sextil de Neptuno. Hay de hecho muchas similitudes entre el discurso de unos y otros («Somos víctimas, oprimidos, abusan de nosotros, nos quitan la libertad» etc.). Y la misma tendencia a usar la mentira sin escrúpulos.
No deja de ser curioso que el carlismo naciera con una combinación de Urano-Plutón y Neptuno y esas tres personas que representan unas ideas parecidas (la voluntad de diferenciarse como pueblo de los demás) también tengan una configuración prioritaria entre los tres planetas.
Conclusión:
Los ciclos planetarios marcan el nacimiento de las ideologías, sobre todo los de Júpiter-Saturno. Dichas ideologías se parecen a las configuraciones planetarias que les dieron origen.
Con los años, las ideologías irán creciendo y se adaptarán a los nuevos ciclos, o se quedarán bloqueadas esperando el momento en el que una nueva configuración afín despierte sus tendencias.
Es importante por lo tanto entender cuál es la esencia profunda de cada movimiento en lo que tiene de intrínseco. Por ejemplo, un extremista cristiano y un extremista islámico, o judío, o hinduísta profesan religiones distintas, pero sus patrones mentales son los mismos. Por eso uno puede conocer a gente que haya sido de un partido comunista de joven y de derecha muy derecha de mayor: han cambiado sus ideas aparentemente, pero no su FORMA de pensar (el dirigismo).
Las personas que intentarán plasmar las ideologías son aquellas que tienen la misma estructura mental y de personalidad. Porque las personas no tienen ideas, son las ideas las que tienen a las personas.
Canals, a 17 de marzo de 2019
juan carlos
Posted at 11:58h, 25 marzointeresante y revelador