26 Feb La casa IV y la madre que te parió (P.Sanchis)
Uno de los temas de discusión más recurrentes entre astrólogos es en qué casa se busca al padre y la madre en un tema natal. A grandes rasgos, están:
-Los que afirman que la IV es el padre y la madre es la X.
-Los que piensan que la IV es la madre (por eso de que Cáncer es el cuarto signo) y la X es el padre (con el argumento de que, hasta ahora, era más fácil heredar la profesión del padre que la de la madre).
-Los que dicen que «depende» y hacen un arreglo distinto para cada nativo.
-Los que opinamos que en la IV están ambos progenitores.
Los primeros nos abrumarán con citas de autores, porque lo cierto es que desde Ptolomeo se suele atribuir la X a la madre. Si uno mira el Libro de los Juicios de las estrellas, de Ibn Ezra (tomo II), encontrará afirmaciones tajantes como «La cuarta casa representa al padre» y «La casa X nos habla de la madre del nativo«. Algo parecido ocurre con Ibn Ragel, que empieza diciendo de la casa IV: «Esa casa significa, sobre todo, el estado de los PADRES«, pero luego, a la hora de buscar el parte del padre y el de la madre, toma la cúspide de IV para él y la de X para ella. Y astrólogos modernos que hagan lo mismo los hay a paletadas.
Podemos dedicarnos a amontonar «kilos» de citas de autores (y en ese caso ganarán «a peso» los que aseguran que la IV es el padre y la X la madre), o usar la lógica.
En primer lugar, hay un argumento histórico: no siempre se heredan los bienes por vía paterna (patri-monio, de pater). Hay sociedades matrilineales en las que los hijos heredaban el estatus de la madre. El origen familiar siempre ha sido la madre, pero no tenemos absoluta certeza de que el padre lo haya sido también en todas las épocas.
Hay otro argumento, esta vez biológico: hayan existido o no sociedades matriarcales entre los humanos, es más frecuente que la crianza la asegure la madre sola a que la asegure el padre solo. En la naturaleza hay progenitores (insectos, tortugas) que ponen huevos y se desentienden de sus descendientes; otros sacan adelante la camada con una colaboración conjunta, y, por fin, están las especies en las que sólo uno de los dos progenitores se encarga de los hijos, con mayor o menor ayuda del grupo o manada.
En este último caso, casi siempre es la hembra. Sobrarían los dedos de las manos para contar especies en las que es el macho el que cría solo a los sus descendientes. Algún pececito hay por allí, pero, vamos, son minoría. Recuerdo una canción de Juanes que decía: «A Dios le pido que mi madre no se muera y mi padre me recuerde». No es por desmerecer a los padres actuales, que son colaboradores y muy amantes de sus hijos, pero en el reino animal se ejerce más la maternidad que la paternidad. Así que pretender que tu familia (la IV) es sólo tu padre y tu madre es únicamente la mujer de tu padre (VII de IV, la X) tiene poca lógica biológica.
Después está el argumento astrológico: Los significados de las casas vienen del orden caldeo de los planetas, de los gozos de los planetas, de los aspectos al ascendente, pero también del RECORRIDO SOLAR SIMBÓLICO.
Según ese recorrido solar simbólico, la casa I es lo que nace, la X el punto más alto y de más brillo, la VII el punto de abandono del yo, y la casa IV es el final, pero también el punto de partida, el origen genético, de donde arranca un nuevo ciclo. Bien, si la casa IV es el origen, pues el origen de cada persona es su papá y su mamá. Los dos.
Es cierto que, por orden caldeo, la casa IV es la casa del Sol (ver abajo), pero sigue siendo el punto de partida del ciclo solar, y el punto de partida de la vida de cada persona es su familia, sus progenitores. Considerar que la IV pertenece en exclusiva al padre y que la madre está representada por la X equivale a decir que tu madre es solamente, como hemos dicho antes, «la mujer de tu padre» (VII de IV). Se reduce el hecho biológico y genético de la maternidad a «esposa de», dando a la persona más importante de nuestra vida una casa derivada, como si fuera una causa secundaria y contextual.
Esquema del origen de las casas extraído de Tetabliblos, versión de Pascale Charvet:
¿De dónde puede venir esa confusión? Los textos astrológicos que nos han llegado lo han hecho a través de griegos y musulmanes. Se puede entender que en esas sociedades muy patriarcales en las que los hombre podían tener esposas y concubinas (Grecia antigua), o varias esposas (los musulmanes), los astrólogos se acostumbraran a observar que un mal tránsito en X podía suponer problemas de pareja para el padre. Sí, es cierto, pero una cosa son las esposas de tu padre y si este se queda viudo o no, y otra es tu madre carnal, como origen genético tuyo.
También hay otra explicación del hecho que es muy lógica: las casas funcionan por ejes, así que los planetas presentes en una casa actúan también en la contraria. Por eso es fácil que la IV y la X intercambien determinaciones. Lo explica Morín en el libro XVII:
«Por ejemplo, casi todos los astrólogos, a la par que Ptolomeo, han pensado erróneamente hasta hoy que las enfermedades pertenecían por sí mismas a la casa VI, aunque pertenecen per se a la XII, que es la casa esencial de las aflicciones corporales y principalmente de las enfermedades según la división expuesta antes. En cambio la casa VI es por sí misma la de de los sirvientes y animales, pero, además de la significación esencial de las casas, tiene además la propiedad de que cualquiera significará lo mismo, aunque más débil, que aquella a la que se opone, a causa de esa oposición y porque ambas están incluidas en los mismos círculos según la división. Y si la casa VI por accidente –o secundariamente- a causa de la oposición significa enfermedades, cárceles o enemigos ocultos, a su vez, la XII, por accidente, lleva el significado de sirvientes y animales. Igualmente, la VII será por accidente significadora de enfermedades y de la muerte, porque se opone a la I, que es por sí misma la significadora de salud y de vida. A su vez, ésta significará accidentalmente uniones. Y, por la misma razón los astrólogos juzgan en todas partes sobre la religión por la III; sobre las riquezas por la VIII; sobre los padres y especialmente la madre, por la X; sobre los hijos, por la XI, aunque no han advertido la auténtica causa de la verdad de esos juicios, porque hicieron conjeturas basándose en sus libros, pero sobre todo en Ptolomeo, aunque engañados en esto».
Hay pues aquí una matización: los padres son la IV, pero se puede ver cosas sobre ellos en la X. Aquí Morín afirma «especialmente la madre» aludiendo a la costumbre desde hacía siglos de buscar las determinaciones sobre la madre en la X, pero no deja dudas en que la IV son los padres en el capítulo anterior del mismo libro XVII:
«Por fin, la cuarta triplicidad es la del ángulo oscuro de la media noche o Fondo del Cielo, a la que llaman casa IV y fosa de los planetas, y es atribuida a la senectud. Se llama la triplicidad de la pasión (Nota de la traductora: pasión en el sentido de lo que se sufre de forma ajena a nuestra voluntad). Las otras dos casas de esa triplicidad son la XII y la VIII.
Pero la primera pasión del nativo por orden de la naturaleza es la que saca al principio de su vida de sus progenitores como causas creadoras, porque todo nativo es un paciente y un efecto, los padres en cambio son causas agentes y eficientes. Pero la primera pasión de ese efecto viene de la causa eficiente. Pues el nativo recibe de sus padres no sólo un sufrimiento en su cuerpo, sino incluso en su alma, por la mancha del pecado original que los propios padres imprimen al alma por medio del semen o de la carne. Y por eso los padres y su estado durante la vida del nativo, y lo bueno o malo que puede esperar de ellos tienen sus significados en esa casa.»
Como conclusión, creo que se puede decir que:
–La casa IV representa a los padres, a ambos, como nuestro origen familiar y genético que son. Para afinar luego la descripción del padre y de la madre, se estudiará los significadores de IV asignando a cada progenitor los significadores naturales propios de su sexo.
–La casa X, como casa refleja de la IV, puede reflejar hechos de la IV. Y, si el padre tuviera otra pareja, a menudo describe a la esposa del padre. No obstante, como las casas reflejas funcionan a través de los planetas presentes, pero no los regentes (cosa que también explica Morín en otro pasaje), el regente de la X nunca dará información sobre los padres, sólo los planetas presentes o transitando por la X nos servirán para ese menester.
Vamos a observar esto con un ejemplo. En este caso, el de la familia real británica, porque las horas de nacimiento son conocidas (salvo en el caso de Felipe de Edimburgo, en el que hay dudas):
La reina Isabel tiene un Sol venusino en trígono a Neptuno. Su ascendente en cambio es Capricornio, con un fuerte toque de Marte, porque Marte está en I y aspecta al regente del ascendente del que es dispositor. Su hijos pues podrán percibirla como ese venus/Neptuno o como ese Saturno/Marte.
Felipe de Edimburgo tiene un ascendente dudoso, así que nos centraremos en su Sol, muy mercurial, porque está en domicilio, y muy marcial por la conjunción a Marte. Sus hijos lo percibirán pues como un hombre mercurial y/o marcial:
El príncipe Carlos: Tiene a Venus conjunta a Neptuno en la IV. ¿Alguien puede dudar de que es su madre, con un Sol en Tauro (signo de Venus) en trígono a Neptuno? El segundo signo de la IV es Escorpio (domicilio de Marte) con el Sol allí. ¿No se parece eso a su padre, que tiene un Sol conjunto a Marte? No obstante, tiene la Luna en Tauro, en X, exactamente sobre el Sol de su madre. Así pues, vemos a su madre muy bien definida por la IV, pero también por la X por reflejo.
El príncipe Andrew: Tiene la cúspide de IV en Libra (como su hermano mayor) y Escorpio es el segundo signo de la IV, con la Luna allí, en domicilio y aspecto con Marte, su dispositor. En este caso, a pesar de repetir los mismos signos que su hermano, veo mucho a su madre en Escorpio, porque allí está Neptuno y la Luna aspectada por Venus y Marte. Pero, a la hora de calcular primarias o cosas de ese tipo, tomaría a Venus como regente de la IV para la madre y a Marte, como segundo regente de IV y planeta que aspecta a la cúspide para el padre.
Con los otros hermanos, la cosa no es tan evidente.
La princesa Ana: Saturno rige la cúspide de IV, pero es un Saturno muy mercurial. Está en Virgo y conjunto a Mercurio. Si su padre tiene ese ascendente, estaría sobre el ascendente del padre. En cambio, Júpiter en Piscis en la IV parece describir más a la madre.
El príncipe Eduardo: la cúspide de la IV está regida por Saturno, pero en el segundo signo de la IV está la Luna, significadora natural de la madre. Es una luna en domicilio de Saturno y aspectada por Venus y Neptuno. No olvidemos que su madre es de ascendente Capricornio y tiene un Sol venusino en trígono a Neptuno.
Conclusión: la casa IV representa bien a ambos padres en este caso. No obstante, para saber cuál de los dos, hay que estudiar los planetas relacionados con esa casa IV, mirar si son significadores naturales, y usarlos luego como significador del padre o de la madre, según sus determinaciones
Canals, a 26 de febrero de 2018
Manel
Posted at 14:49h, 10 julioComo siempre poniendo luz a temas confusos.
Veo en este persona su afán por enseñar y aclarar conceptos astrológicos, lo cual le lleva a un trabajo arduo de investigación para facilitarnos la interpretación. Muchas gracias