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Los ciclos de Júpiter-Saturno en la astrología clásica (P. Sanchis)

Los ciclos de Júpiter-Saturno en la astrología clásica (P. Sanchis)

Los ciclos de Júpiter-Saturno son una de las bases de la astrología clásica desde hace siglos, pero, si estudiamos lo que dicen, nos podemos llevar sorpresas.

Qué dice Albumasar

Albumasar nos habla de las conjunciones de Júpiter-Saturno como uno de los factores más importantes en astrología mundial.  Según él:

-El ciclo entero dura 960 años, que es cuando la conjunción se vuelve a producir en Aries.

-Hay un cambio de triplicidad cada 240 años: Fuego, Tierra, Aire y Agua

-La conjunción menor se produce cada 20 años

Nos da incluso los cálculos en años, meses, día y horas.  Esto servía para trazar una cronología de la historia de la humanidad, empezando… por la creación de Adán y siguiendo con el diluvio, etc.  Exactamente, pasaron según él 3950 años entre el diluvio y la conjunción que anunciaba la “secta de los árabes” (sic). La palabra “secta” no tiene connotaciones negativas en latín y sólo significa “seguidores de”. Por cierto, el diluvio fue un viernes, (“diei veneris”, sic).

Cronología elaborada por Pierre d’Ailly

Basándose en los textos de Albumasar, el cardenal Pierre d’Ailly elaboró su cronología de la historia de la humanidad, haciendo una de las predicciones astrológicas más famosas: un gran cambio que alteraría el orden conocido en 1789.  ¡Y va y los franceses hicieron su revolución aquel año!  Aunque, para llegar a esa conclusión, Pierre d’Ailly no sólo usó los ciclos de Júpiter-Saturno, sino también las 10 revoluciones de Saturno y el Magnus Orbis.  Citemos sus pabras:

« Après cette conjonction, il y aura un complément des dix révolutions de Saturne l’année du Christ 1789. […] Après ces prémisses, disons que si le monde dure jusqu’à cette époque, ce que seul Dieu sait, à cette date il y aura de nombreuses et importantes mutations et variations du monde, surtout en ce qui concerne les lois et l’allégeance religieuse.»

¿Qué dice la astronomía?

Pero todo esto tiene muchos problemas:

-El año del calendario musulmán no es igual al año gregoriano, así que cuando Albumasar hablaba de “años” no es lo mismo que lo que entendemos nosotros por “año”.

-Albumasar se basaba en ciclos simbólicos, no astronómicos. Ni siquiera son ciclos del movimiento medio de ambos planetas como creían los astrólogos posteriores, porque tampoco encaja. Si buscamos en otros autores, incluso esas cifras simbólicas son sustancialmente diferentes.  Ibn Ezra hablaba de una gran conjunción de Júpiter-Saturno en Aries “cada mil años poco más o menos” (sic).  Esto de “poco más o menos” deja mucho margen. ¿Qué haces como astrólogo?  ¿Levantas el tema de la lunación más cercana con un margen de 40 años de dudas?

Para verificar esto, cotejemos la cronología que elabora Pierre d’Ailly partiendo de las grandes conjunciones de Júpiter-Saturno (conjunción al principio de Aries) según Albumasar:

Comparemos ahora con las fechas en las que se reinició el ciclo de las grandes conjunciones en Fuego y cuándo hubo cambio de triplicidad (no necesariamente a 0º de Aries):

Como se puede ver, todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

¿Los antiguos usaban las conjunciones verdaderas alguna vez?

Ante esta situación, cabe preguntarse si los antiguos usaban también la conjunción verdadera de Júpiter-Saturno.  Y está claro que sí lo hacían, aunque con algunos errores.  Pierre d’Ailly habla de una conjunción en Sagitario en el 841 a.C (que en realidad fue en Escorpio), otra en el 36 a.C en Leo (con un error de 10 años, pues fue en el 26 a.C) y la tercera que cita fue la del 748 en Sagitario (que tampoco fue en Sagitario, sino a 28º de Escorpio).

No obstante, Pierre d’Ailly era cardenal, no astrólogo.  En textos del siglo XV encontramos citadas conjunciones verdaderas con un error de dos días. Pedro Ciruelo en este texto nos da dos fechas de conjunciones:  «Ahora, Albumasar tiene en cuenta las conjunciones medias, como se demuestra del hecho que pone siempre un número igual de años de una conjunción a la otra. Pero esto no puede suceder en las conjunciones verdaderas: el intervalo entre las conjunciones  verdaderas y menores de Saturno y de Júpiter supera una vez el espacio de veinte años, y tal otra no lo alcanza, exhibiendo una diferencia notable por exceso o por defecto. Ejemplo: en el año de Cristo 1464, el 10 de Abril, la conjunción verdadera entre estos fue cerca de 5 grados de los Peces (Nota: en realidad fue el 8 de abril y a 4ª de Piscis), a continuación, se ayuntaron siguiendo el movimiento verdadero en el año 1484, el 20 de noviembre, alrededor de 23 grados del Escorpión (Nota, fue el 18 de noviembre); a continuación, en el 1504 su conjunción verdadera se produce a 20 grados del Cangrejo y otra similar está pendiente en el futuro para el primero de febrero del 1524 a 10 grados de los Peces (Nota: fue el 31 de enero, a 9º de Piscis). Aparecen por lo tanto claras y notables diferencias en los intervalos de tiempo; de la primera conjunción a la segunda transcurrieron 20 años, 7 meses y 10 días, de la segunda a la tercera 19 años, 6 meses, 20 días; de la tercera a la cuarta 19 años, 7 meses y 22 días. De ello se deduce que el investigaba no las conjunciones verdaderas, sino las medias, las cuales, como habíamos dicho, no importan

Simbolismo versus astronomía

Ante esta aparente contradicción, uno puede tirar a la basura todo lo que decían los astrólogos como Albumasar o Ibn Ezra, o tratar de entenderlo.  Si hacemos lo segundo, hay que plantearse varias cosas:

-¿La astrología es una ciencia física?  Si lo es y el determinismo astral es cuestión de energías físicas, entonces, si Júpiter y Saturno no están conjuntos en el cielo, todo son fantasías de astrólogos clásicos.  ¿Cómo hablar de una Gran Conjunción en el 735 como hace Pierre d’Ailly si ese año Saturno estaba en Tauro y Júpiter en Leo?

Si la astrología no es una ciencia física, sino simbólica, dar 20 años a cada conjunción de Júpiter-Saturno es porque ésta sería la cifra redonda más aproximada a su ciclo de verdad, que unas veces tarda más de 20 años y otras menos. No es ni siquiera una cifra de su movimiento medio –como afirmaba Pedro Ciruelo-, sino un redondeo.  Y en la mentalidad astrológica que es analógica (lo que se parece a A funciona como A), 20 años “se parece” a la energía de Júpiter-Saturno combinados.  Si “se parece”, funciona como ellos.  En realidad, es lo mismo que ha hecho Demetrio Santos con el C-60: una progresión puramente simbólica basándose en un redondeo del ciclo de Júpiter-Saturno.

Otros ciclos de otras culturas

Cuando Albumasar y otros astrólogos antiguos hablaban pues de esos ciclos de Júpiter-Saturno, no estaban diciendo tonterías como afirmaba Morín –que despacha el asunto de forma muy expeditiva-, sino que en realidad estaban describiendo un ciclo simbólico analógico a Júpiter-Saturno.

Algunos astrólogos apuntan también a la posibilidad de que se estuvieran inspirando en textos hindúes y ciclos propios de aquella cultura.  La astrología occidental y la védica están emparentadas.

Los astrónomos de la India hablan también de grandes ciclos.  Aryabhata explica un ciclo de 4 320 000 años, el Maha Yuga (el Gran Año), que según el Linga Purana se divide en 71 periodos, subdivididos a su vez en otros sub-periodos.  Ahora estaríamos en en Kali Yuga, que empezó con el 3102 a.C., con un diluvio (en 3000 a.C según los hindúes, y en el 2957 según Pierre d’Ailly).  Por lo que dice Pingree, Albumasar conocía los sidhantas y los Vishnupurana, así que pudo inspirarse en ellos para sus ciclos.  Y hay mucha coincidencia en la fecha del Diluvio según unas y otras tradiciones.

No obstante, no voy a entrar en más detalle porque no es un tema que domine ni tengo la erudición necesaria.  Remito a la tésis de Denis Labouré, que es de quien he sacado estas informaciones.

Lo que tenemos que retener es que los grandes ciclos simbólicos son un tema recurrente en las diversas civilizaciones.

 ¿Y qué hacemos nosotros ?

Espero que se me perdone mi eclecticismo, pero, personalmente, veo bien ambas cosas : el ciclo simbólico y el astronómico.

La astrología funciona sobre dos bases : el Sol (la fuente de la luz real, la que regula los ciclos vitales de todos los seres vivos del planeta) y los demás planetas como expresiones de su luz.  Por eso trabajamos con las posiciones reales del Sol y de los planetas respecto a la Tierra.

Pero la astrología también trabaja con ciclos o progresiones simbólicos.  Por ejemplo, las direcciones primarias son una progresión del tema de un grado ecuatorial al año ; las progresiones simbólicas, de un grado zodiacal al año.  ¿Por qué un grado ? Porque es « más o menos » lo que avanza el Sol en un día.  Sí, « más o menos », porque en astrología las cifras simbólicas son redondeos.  Por eso me hace sonreír la pregunta de siempre «¿Primarias de Ptolomeo o de Arco de Naibod? », si estás tratando un ciclo simbólico (mover todos los planetas un grado cuando astronómicamente están en otro sitio y esa posición que les estás dando no tiene nada que ver con su situación real en el cielo), ¿vas a calentarte la cabeza por unos segunditos ?  Una vez aceptada la más gorda (es simbolismo puro), sé coherente, y sigue en lo simbólico : un grado al año.

Así que, en el fondo, hacemos las dos cosas a la vez.  Por ejemplo : un astrólogo calculará la revolución solar (regreso del Sol a su posición astronómica exacta el día del nacimiento) y, al mismo tiempo, cotejará ese tema puramente astronómico con ciclos absolutamente simbólicos, como las primarias, progresiones simbólicas o secundarias.

En esto de los ciclos de Júpiter-Saturno, no me parecería pues descabellado si alguien incluso hoy en día usara esos ciclos simbólicos, sobre todo si lo hiciera como lo hacían ellos : encajándolo con el Magnus Orbis y las 10 revoluciones de Saturno.

No obstante, los astrólogos actuales estamos acostumbrados a usar las conjunciones reales, y así vamos a seguir haciéndolo en esta página.

Canals, a 7 de mayo de 2018

1 Comment
  • luis
    Posted at 19:34h, 14 febrero Responder

    O simbólico matematico arquetipico convive com a aproximação dos astros de que falava Platão como manifestação imperfeita do mundo da ideias

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