10 Ene Sobre reyes magos y ciclos (P. Sanchis)
Una de las tradiciones más entrañables de la Navidad es la celebración del 6 de enero, la adoración de los reyes magos. Sobre todo porque si quitamos al nombre el toque monárquico («reyes-magos») nos queda… magos. Y unos magos que siguen una estrella, esto es ni más ni menos que astrólogos. De hecho, el evangelio de San Mateo en su versión griega sólo hablaba de «magos«.
¿Qué hay de cierto en toda esta historia? No lo sé, dilucidar la veracidad de los hechos es cuestión de los historiadores que no parecen haberse tomado nunca muy en serio esa leyenda, y probablemente con razón, porque tiene toques mitológicos, no históricos.
La siguiente pregunta sería por qué se habla de astrólogos, y qué importancia o significado podía tener ese episodio en relación con el cristianismo en general, y el nacimiento de Jesús en particular.
Primero, ya que estamos hablando de astrología, hay que recordar que las grandes fiestas antiguas tenían un fundamente astronómico (astronomía y astrología eran una misma cosa, no disciplinas separadas). El 21 de diciembre se produce uno de los 4 fenómenos astronómicos más importantes del año: el solsticio de Capricornio. Los otros puntos astronómicos claves del año son el equinoccio de marzo (sobre el 20 de marzo), el solsticio de Cáncer (por el 20 de junio) y el equinoccio de septiembre (por el 20 de septiembre).
Esos puntos astronómicos suelen pues coincidir con celebraciones desde hace milenios. Por eso no es de extrañar que los romanos celebraran el 25 de diciembre las Saturnalia. Se mandaban felicitaciones, se hacían regalos, se daban las «strennae» el 1 de enero y el día de las Saturnalia se requería hacer una obra de humildad, y por eso los amos servían a los esclavos durante la fiesta.
El 25 de diciembre es también la fecha de nacimiento de uno de los dioses más importantes de la antigüedad, Mitra. Nació cuando un rayo (o sea, una luz) golpeó una roca, mientras lo contemplaban unos pastores, que fueron los primeros en adorarlo. Y ese mito es bastante antiguo, porque parece remontar al segundo milenio… antes de Cristo.
Hay muchos más puntos en común entre mitraismo y cristianismo, como que sus sacerdotes eran llamados «padre» y se tonsuraban la cabeza. Y muchas más cosas.
Y, si buscamos un poco más, nos encontramos con que Jesús no es el único que murió en Pascua, y resucitó a los 3 días. Eso ya figuraba en otro culto antiguo, el de Atis y Cibeles. Los romanos celebraban el 15 de marzo la «entrada de la caña» y, una semana después, la muerte de Atis. Hacían muchas procesiones y lo lloraban con gran pesar. A los 3 días celebraban su resurrección con una gran fiesta.
Por lo tanto, entre unas cosas y otras, parece que la historia de Jesús tiene posiblemente una base histórica, pero los elementos que adornan su biografía son de inspiración mucho más antigua y beben de cultos muy anteriores. Jesús nació el 25 de diciembre, 3 reyes magos lo adoraron, murió a los 33 años, había 3 cruces en el Golgotá, resucitó a los 3 días, tenía 12 apóstoles, su religión se basa en la santa trinidad. Son muchos elementos mitológicos…
Dentro de ese contexto, la adoración de los «reyes» magos parece pues algo más simbólico que otra cosa. Pero, ¿por qué meter a astrólogos en esa historia?
Para encontrar la respuesta quizás tengamos que preguntarnos cómo estaban los ambientes astrológicos de aquella época. Pues probablemente habría mucha efervescencia. Todos los del gremio andarían alterados. ¿Y por qué estaba tan alterado el personal?
Para entenderlo, tenemos que seguir el orden de prioridades de un astrólogo. Para este colectivo los ciclos más importantes son los de Júpiter-Saturno. Es un ciclo complejo que tiene 3 fases:
-Las conjunciones menores, que se producen cada 20 años.
-El cambio de elemento (Fuego, Tierra, Aire, Agua) que se da cada dos siglos y pico.
–El volver a empezar en Fuego, inicio del ciclo mayor, hecho que se da más o menos cada 1000 años (redondeando mucho).
¿Y cómo andaba todo esto por aquellos tiempos? Se puede comprobar en los cuadros que adjunto, tomados del excelente artículo de Mariano Aladrén para el XXI congreso Ibérico de Santander.
Como se puede ver, en el año 821 a.C empezó un ciclo de conjunciones de Júpiter-Saturno en Fuego. Luego se pasó a conjunciones en Tierra, en Aire y en Agua. Y el ciclo regresó a Fuego en el año 26 a.C. Si miramos los colores que he puesto en el cuadro se puede comprobar que cuando empieza un nuevo ciclo hay interludios en los que dicho ciclo recae de nuevo en el elemento anterior, pero después ya continúa sin interrupción, repitiéndose en el mismo elemento.
Por eso, aunque el nuevo ciclo de Fuego empezó en el 26 a.C., hubo una recaída en Agua (en el año 7 a.C. y en el 54 d.C), pero lo realmente importante era el reinicio del ciclo en Fuego, el que empezó en el 26 a.C. Por eso hasta los poetas como Virgilio lo cantaban, como en la égloga IV:
«Ya viene la última era de los Cumanos versos: ya nace de lo profundo de los siglos un magno orden. Ya vuelve la Virgen, vuelve el reinado de Saturno; ya desciende del alto cielo una nueva progenie.»
Si hasta los poetas escribían poemas sobre ello, uno puede pensar que dentro del colectivo astrológico no se hablaría de otra cosa. Y no de balde, porque es un ciclo de casi 1000 años. Estarían muy emocionados haciendo hipótesis sobre una nueva sociedad, nuevas religiones, nuevos imperios.
¿Significa eso que los astrólogos iban por allí recorriendo toda Judea para encontrar a un nuevo Mesías? Me parece poco probable, pero, si el cristianismo ha sabido sacar tanto partido de los cultos y tradiciones anteriores (Saturnalia, Mitra, Atis), no parece descabellado pensar que sabrían, como todo el mundo, que los astrólogos anunciaban una nueva era, y quisieron arrimar el ascua a su sardina. ¿Una hipótesis poco romántica? Pues sí, pero las historias a menudo son simbólicas y con este hermoso cuento navideño simplemente nos quisieron decir: «Ese nuevo ciclo y esa nueva religión que os anuncian estos señores astrólogos, es la nuestra». Y para que la cosa pasara más fácilmente, a esos magos hasta les dieron corona y los declararon reyes. Que siempre queda mejor ser un «rey» mago que un pobre currante que vive de buscarse la vida en las estrellas…
Canals, a 9 de enero de 2018
Sisebuto Madariaga
Posted at 17:28h, 14 eneroA partir del 2020 empezará a pasar de moda la Tierra. Se irán acabando las casitas rurales, la Política Agraria Común, las moixigangas, el mito del buen salvaje y el exotismo. Los neorurales empezarán a recoger los bártulos. Adiós al romanticismo.
Y dejando de lado sus fundamentos científicos, podemos decir que la preocupación medioambiental no es más que una racionalización de este inexorable devenir inscrito en los astros.
PD. Interesante artículo. Creo recordar que Kepler interpretó la estrella de Belén como una conjunción Júpiter-Saturno.
primaluce
Posted at 19:52h, 18 eneroLa mayoría de los astrólogos posteriores lo atribuyen a la conjunción Júpiter-Saturno en Piscis, y tiene su lógica, porque Piscis es un signo análogo a las religiones. Pero el ciclo importante empezó antes, por la conjunción en Fuego (nuevo «milenio»), y una conjunción en Piscis no hubiera tenido tanta trascendencia si hubiera sido en otro momento del ciclo mayor