21 May SONIDO TERAPÉUTICO: Un masaje desde dentro (M Fernanda Canal)
Todo vibra en el universo. La Tierra tiene una frecuencia, conocida como la cavidad de Schumann, que en promedio vibra a una frecuencia de 7,83 Hz. Y, por supuesto, nuestro cuerpo también vibra. ¡Hasta las piedras vibran!
Para simplificar, imaginemos nuestro cuerpo como una gran cuerda que vibra a todo lo largo. Sabemos que el sonido entra por el sistema auditivo y los huesos craneales (que están en contacto con el líquido cefalorraquideo) y viaja a través del tejido conjuntivo, el más abundante, que abarca desde la superficie del cuerpo hasta el interior de las células. Bueno, pues en ocasiones esta “cuerda” no puede vibrar de forma completa. Su movimiento se interrumpe por el diafragma cuando existen tensiones en este músculo, el más largo del cuerpo, que comunica la mitad superior con la inferior.
Los médicos ya lo dicen: si hay tensiones en el diafragma (a veces crónicas), se pueden afectar muchas funciones de nuestro cuerpo, como la digestión, la respiración obviamente, el corazón, la función depurativa, la circulación en la mitad inferior, etc.
NUESTRO CUERPO TIENE MEMORIA
Muchas de las tensiones creadas en esta zona del cuerpo, y en general en el tejido conjuntivo, se han originado como un mecanismo de defensa para no sentir las emociones, tanto agradables como desagradables.
Cuando el tejido está sano y no hay bloqueos, tiene una cierta elasticidad, y el sonido puede viajar a través de él con facilidad. Sin embrago, cuando hay bloqueos o tensión en el tejido conjuntivo, la energía tiene problemas para fluir libremente. En este caso, el tejido conjuntivo puede haberse vuelto seco, duro y rígido. Exceso de sequedad.
En este tejido guardamos los bloqueos energéticos, emocionales, puntos donde el tejido ha perdido agua y los procesos bioquímicos no funcionan correctamente. Al perder agua, no hay espacio para la vibración, y la energía no fluye, se queda estancada en esos puntos.
Las emociones incompletas quedan registradas en nuestro cuerpo físico y psicológico como bloqueos, que en psicología son entendidos como defensas y cargas emocionales procedentes de traumas o experiencias de la primera infancia. Los bloqueos surgen como un mecanismo para evitar sentir dolor al encontrarnos con estas experiencias.
CÓMO ACTUA EL SONIDO
Las nuevas investigaciones están demostrando cómo el sonido actúa sobre el proceso biológico del cuerpo. Cuando una onda de sonido entra en el cuerpo y entra en contacto con los diferentes sistemas, estos empiezan a reaccionar intentando vibrar en su frecuencia natural, pero son frenados por los bloqueos antes mencionados.
Volviendo al ejemplo anterior, al no poder vibrar en toda su extensión, “la cuerda” (la energía) se divide, con lo cual aumenta la frecuencia, pero esto no significa más energía. Al ampliar la frecuencia, la amplitud decrece, y el cuerpo tiene menos capacidad y fuerza, acumula más nerviosismo y tensión, a la vez que reduce su capacidad de sentir. Y con frecuencia se produce una desconexión entre la mente y el cuerpo. Una de las cosas que sentimos al acercarnos a estos bloqueos es el dolor, el recuerdo o el malestar que los bloqueos defienden o encubren.
El sonido y la música son una valiosa herramienta para ayudarle al cuerpo a sanar, creando un movimiento, un flujo energético, que ayuda a ablandar las zonas del tejido conjuntivo seco y denso. Algo similar a lo que hacen los masajes corporales, solo que el sonido lo hace desde dentro del cuerpo. La sonoterapia, en especial los diapasones terapéuticos y la Música Terapéutica Personalizada, permiten alcanzar estados de relajación profunda, que es el mejor estado de autoregulación y sanación que tiene el cuerpo humano. Por eso decimos que el sonido terapéutico es una forma natural de alcanzar el bienestar físico, mental y emocional.
Valencia, a 21 mayo de 2020
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