24 Feb ¿Puedo cambiar mi destino? (P. Sanchis)
Hay personas que dicen que no creen en el destino. Cuando dicen esto, adoptan una mirada intrépida de «explorador» y sueltan un ufano: «YO elijo mi destino». Y se quedan tan anchos. Con razón decía Rumsfeld: «»Las informaciones que dicen que algo no ha pasado son siempre interesantes para mí, porque, como sabemos, hay hechos conocidos que conocemos; hay cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que hay hechos desconocidos conocidos; es decir, sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. Pero hay también hechos desconocidos que desconocemos, aquéllos que no sabemos que no sabemos«. La frase es genial y divertida (ganó el «Foot in Mouth» que otorga la «Plain English Campaign»), pero lo que dice es verdad. Lo traduzco: está lo que sabemos, lo que sabemos que no sabemos (por ejemplo, no sé cuántos años vivió Catalina la Grande, pero sé que existió) y lo que no sabemos que no sabemos. Allí está el vacío absoluto, pues ni siquiera tenemos un indicio. Y, claro, cuando hablamos de algo que no sabemos que no sabemos, es cuando decimos la mayores tonterías. Síndrome de Dunning-Kruger en estado puro.
Por eso, cuando una persona dice que no cree en el destino, en realidad se sitúa en el tercer grupo: las personas que opinan sobre algo de lo que no tienen ni puñetera idea. Pero es una ignorancia que queda bien. Es de buen tono y socialmente recompensada.
Bueno, pues el destino existe y, por desgracia, no se puede modificar. Una vez una señora me pidió que eligiera la mejor fecha para el nacimiento de su hijo. Me entró un colapso y quise declinar la responsabilidad, pero luego pensé que no valía la pena preocuparme: si un astrólogo pudiera elegir la fecha de nacimiento de un niño, eso significaría que toda la astrología es falsa. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que el destino de una persona no es individual: tu nacimiento o tu muerte (y tus demás circunstancias) aparecen también en las cartas de tus padres, tus abuelos, tus hermanos, tus hijos, tus sobrinos, tus amigos, etc. Estás conectado con varios centenares de personas y no te puedes desconectar, porque cualquier cambio que hicieras repercutiría en ellos, alteraría sus destinos. Como cada una de esas personas está conectada con otros centenares, se daría una reacción en cadena de índole planetaria. Y, obviamente, uno solo no puede cambiar el destino de miles de millones. La fuerza del grupo es excesiva para un individuo.
En el caso de aquel niño, estudié los temas de toda la familia: abuelos, padres, hermanos y tíos. Observé que todos tenían una Luna saturnina y marcial, ya fuera por signo y/o por aspecto. Elegí pues una fecha y le dije a la madre que dudaba mucho de que naciera en esa fecha (el parto tenía que ser provocado). Y así fue: se torcieron las cosas y nació… con una luna saturnina y marcial. Mi sobrina también nació de un parto provocado y es, de toda la familia, la que tiene una Luna más parecida a la de sus abuelos.
Dicho pues esto, ¿qué puede hacer uno si quiere vivir más feliz y quiere cambiar las cosas de su vida que le atormentan?
1-Si no puedes cambiar tu destino, cambia tu carácter (refrán chino)
Una vez aceptamos que los hechos importantes son inamovibles, se puede cambiar la forma de vivirlos. No hay sufrimiento en la piedra, sino en el miedo a la piedra según decía Dostoievski. Así pues, se pueden hacer varias cosas:
a-Trabajarte a nivel personal (sistema arduo, lento y al que muy pocos llegan)
No se trata de hacer cuatro cursos new age. Estoy hablando de niveles avanzados de meditación y espiritualidad. Puesto que la felicidad se ha convertido en uno de los negocios más rentables, el mundo actual nos ofrece cantidad de cursos de todo tipo que te prometen que vas a ser feliz por el «módico» precio de 2.000 euros por un fin de semana con fulanito o menganito.
Yo he hecho cursos de ese tipo (más baratos, obviamente) y me lo he pasado muy bien, pues me encantan. Pero si uno cree realmente que va a ser feliz porque un señor megamaravilloso le va a dar la llave de la felicidad a cambio de su cartera, pues … eso. No le voy a quitar la ilusión.
Pero le recomendaría más bien hacer meditación todos los días, y cambiar su alimentación y su vida. Es más barato. Y puede ser eficaz para algunas personas, aunque pocas. He visto en las redes sociales mucha profesora de yoga que rezumaba agresividad (aunque otras eran un encanto). No tengo pues claro que la mayoría de la gente cambie de verdad con estas prácticas. Algo sí, y es mejor que nada, pero no nos engañemos: el tren a la iluminación ya lo hemos perdido.
b-Hacer constelaciones familiares
Es muy buen sistema y lo recomiendo. Duro, pero eficaz. Pero no se puede pedir peras a un olmo. La constelación va a cambiar tu forma de vivir la vida y puede eliminar la parte de sufrimiento mental, incluso parte del sufrimiento físico (lo digo por experiencia).
Pero en las constelaciones familiares compruebas una vez más que uno no está solo, sino ligado a todo su colectivo familiar. Eres un engranaje, y no puedes cambiar sólo una rueda del engranaje y esperar que la máquina vaya mejor.
Tengo la Luna cuadrada con Saturno y me he pasado 19 años cuidando a mi suegra y mi madre en su vejez. Una vejez muy dura para ambas (coma, demencia senil, incontinencia, etc.). El hecho no se podía evitar por más constelaciones que hiciera, pero sí resultaron unas experiencias muy enriquecedoras a nivel familiar, que han aportado una mayor felicidad. Por más que consteles no vas a evitar que tu madre tenga demencia senil violenta, porque esa experiencia no es exclusivamente tuya, sino que la comparte toda la familia. Ahora bien, puedes vivir eso como un tormento o como una experiencia enriquecedora, valorando el lazo de amor que esa enfermedad ha fortalecido entre todos los miembros de la familia.
Recomendaría pues a todo el mundo que hiciera constelaciones familiares, pues ser feliz es sentirse feliz. Todo está en tu mente.
2-Los sistemas astrológicos.
Allí hay una batería de sistemas. No los conozco todo, pero citaré los tres que conozco:
a-El temperamento
Es conveniente conocer el propio temperamento y basarse en él para elegir una dieta de vida. Una persona es libre de hacer lo que desea, pero no es libre de desear lo que desea. Es decir, hay un impulso interno difícilmente controlable que te lleva adonde no siempre deberías ir. La mayoría de los hechos no son externos, sino que los creamos con nuestra actitud.
La dieta adecuada para el temperamento permite templar el alma y hacerla menos susceptible a los impulsos irrefrenables que suelen ser suicidas.
b-La astrología eleccional
Allí, en mi opinión, hay poco margen, porque partes del tema natal. Y, como dice la frase: «Nihil transit, nisi promissum». Si no te toca ganar ese premio literario o conseguir un boleto de lotería premiado, ya puedes hacer eleccionales, porque te vas a quedar igual.
La eleccional, en realidad, sólo sirve para saber cuándo estarse quieto y cuándo arriesgarse. Puedes mejorar algo tus posibilidades si éstas existen, pero no crearlas de la nada.
La recomiendo, pero teniendo claras sus limitaciones: ni vas a evitar lo inevitable ni conseguir lo que no te corresponde. Dentro de esas limitaciones, la eleccional te permite mejorar tu calidad de vida, simplificando las cosas y ahorrando energía o invirtiéndola en lo adecuado.
c-La magia
Eso ya es palabra mayor. En cierto modo, recuerda un poco lo de las constelaciones, pues con la magia se accede al nivel de la energía, que es el único sitio en el que se puede cambiar algo de verdad.
Cuando uno utiliza la palabra «magia» se activan inmediatamente todos nuestros deseos y temores. Uno se ve a sí mismo con una varita mágica que le permitiría conseguir todos sus caprichos, y el otro se amedrentará pensando que el que practica magia le podría hacer alguna maldad destructiva.
Recordaría un cuento de Borges («La escritura de Dios») en el que un prisionero trata de encontrar el nombre de Dios en las rayas de un tigre que percibe algunas horas al día a través de una rendija. Piensa que si lo logra conseguirá el poder. Después de años de esfuerzo lo consigue, pero entonces se da cuenta de que no le importa el poder, ni siquiera ese hombre que sufre y que es él mismo. Adjunto un enlace del cuento.
La astrología se basa en un conjunto de creencias y la base de ellas es que el mundo no es más que materia modelada por la luz, que le da una u otra forma. Imaginemos un estanque de agua: puede congelarse y entonces veremos pequeños trozos de hielo, que se licuarán cuando vuelva el calor, o incluso el agua puede evaporarse. Si uno ve un cubito de hielo flotando en el estanque, puede pensar que es algo distinto, pero no es así: sólo es la misma agua, pero solidificada con una forma concreta.
El ser humano es una chispa, una emanación de la inteligencia universal. Como tal, tiene el poder de crear. En su interior está su ser verdadero (su parte divina), pero creará su personalidad mental y su cuerpo físico, así como las circunstancias en las que se ve envuelto. Tiene un objetivo, un papel que cumplir, como una pieza de un inmenso puzzle que no vemos.
El problema es que no es consciente de su verdadero «yo» y confunde la personalidad -el mental- con ese yo. Denis Labouré define el mental como «un circuito mecánico que sufre la ilusión crónica de que es consciente de sí mismo, no mecánico y libre». Las interferencias del cuerpo y del mental suelen desviar el verdadero yo de sus objetivos reales, que no son las fantasías que nos proporciona el mental (ser famoso, tener dinero, ser admirado, etc.). Al desviarse de su verdadera naturaleza, el ser sufre, atrapado en sus ilusiones dañinas.
El objetivo de la magia astrológica es restablecer para cada ser humano esa verdadera naturaleza. Pongamos un ejemplo: una persona está enferma y le pide ayuda a un amigo mago. ¿Puede este curarlo? No. La enfermedad es un síntoma de que algo no funciona, por eso lo importante es resolver aquello que está en el origen de dicha enfermedad. Entender la disfunción de la energía que ha causado la dolencia y restablecerla. Esto sí se puede hacer con la ayuda de un mago.
El propósito de la magia no es pues «arreglar» a los demás desde fuera, sino ayudarles a armonizar sus energías, deshaciendo las ilusiones que impiden que sigan fieles a su verdadera esencia, ilusiones que se expresan como enfermedad. Cito a Denis: «Ayuda al otro para que se convierta en lo que nunca dejó de ser», «El objetivo del rito no es creer o tener, es ser».
No sirve pues la magia para alcanzar los caprichos del mental (Quiero ser una estrella del Rock. ¿Lo voy a conseguir?). El objetivo verdadero es lograr la plenitud del ser auténtico que tenemos todos dentro, para que realice sin traumas ni sufrimientos el papel que le ha sido asignado, convirtiéndose en un ser libre y creador .
Con este propósito, Prima Luce ha decidido organizar unas jornadas para el 16 y 17 de mayo de 2020. Hemos convencido al que consideramos el mejor astrólogo, Denis Labouré (doctor en teología) para que venga a hablarnos de ese elevado propósito del ser y para que nos ayude a iniciarnos en ese camino espiritual de regresar al verdadero ser con la ayuda de la astrología.
En toda ciencia se necesita dar unos primeros pasos y siempre es mejor hacerlo de la mano de personas preparadas, por eso recurrimos a una persona que no sólo es astrólogo, sino doctor en teología. La magia es un largo camino, pues estamos hablando de un proceso de transformación personal y espiritual que nos permitiría sustraernos a las ilusiones del mental que tanto sufrimiento nos causan. En estos dos días de las jornadas lo único que haremos será dar los primeros pasos de esa senda. Pero al menos sabremos dónde se encuentra, cómo se empieza. De nosotros dependerá luego el seguir por ese camino o no.
Si estás interesado, contacta con nosotras en esta página.
Josep
Posted at 20:29h, 02 marzoDesde el cariño, para mi un doctor en Teología, es un doctor en humo.
primaluce
Posted at 12:16h, 07 marzoLa religión forma parte del pensamiento humano y de la filosofía. En este caso, ese doctorado se consiguió con una tésis doctoral sobre Pierre d’Ailly, un cardenal que, gracias a la astrología, pronóstico la revolución francesa y su fecha exacta. Que un astrólogo tache esto de «doctor en humo» me resulta triste